martes, 22 de diciembre de 2015

¿Eran tontos los pastores? Día de Navidad 2015

La liturgia católica celebra tres misas el día de Navidad: la de la noche, la del alba y la del día. En las dos primeras se lee el evangelio de Lucas; en la tercera, el prólogo de Juan. Ya que el prólogo vuelve a leerse en el segundo domingo después de Navidad, me limito a las lecturas de Lucas. La de la noche recuerda el nacimiento de Jesús y el anuncio del ángel a los pastores; la de la aurora, la visita de los pastores al niño.

¿Pasó desapercibido el nacimiento de Jesús?

Desde un punto de vista histórico, el nacimiento de Jesús debió de pasar totalmente desapercibido fuera del ámbito familiar y de las amistades más cercanas. Como ocurre con el nacimiento de cualquier niño en un pueblecito pequeño.
Sin embargo, cuando se escriben los evangelios, unos cuarenta años después de su muerte, Jesús no es para sus seguidores un hombre cualquiera: es el Mesías prometido, el salvador, el enviado de Dios, el camino la verdad y la vida… De acuerdo con la mentalidad de algunos historiadores paganos de la época, el nacimiento de un personaje excepcional no puede pasar desapercibido. Suetonio habla de los prodigios ocurridos en el cielo cuando nace un futuro emperador romano. Algo parecido ocurre en los evangelios de Mateo y Lucas. Ellos quieren indicarnos la importancia que tuvo el nacimiento de Jesús. Pero lo hacen con dos puntos de vista muy distintos.
Mateo, admirado de que Jesús esté teniendo tanto éxito entre los paganos, mientras su propio pueblo no lo acepta mayoritariamente, retrotrae ese contraste a la venida de los magos de oriente, que realizan un largo viaje para adorar al Mesías, mientras Herodes, los sacerdotes y los escribas, que saben dónde tenía que nacer y estaban a solo nueve kilómetros de distancia, no dan un paso en su busca, e incluso intentan matarlo.
Lucas elige un enfoque muy distinto: quiere indicar desde el primer momento que el cristianismo no es una religión para intelectuales, poderosos y ricos. Y toma como punto de partida a un grupo de pastores, de vida muy dura (pasan la noche a la intemperie, vigilando el rebaño) y odiados por los campesinos. Ellos no ven una estrella, como los magos de Mateo, se les aparece un ángel y les transmite un mensaje desconcertante: ha nacido el Mesías, pero no está en un palacio, sino acostado en un pesebre.
Al lector moderno, la aparición del ángel y la posterior aparición de una legión del ejército celeste cantando “Gloria a Dios en el cielo…” le resulta más cercana a un cuento de Navidad que a la realidad histórica. Pero hace veinte siglos la forma de contar era distinta, y para Lucas esta es la mejor forma de sugerir que el nacimiento de Jesús es algo maravilloso.

El ejemplo de los pastores

                En la misa de la aurora el protagonismo es por completo de los pastores. Hablan entre ellos, cuentan lo dicho por el ángel, se vuelven alabando a Dios. María y José no dicen una palabra. Pero lo más admirable es el comentario de Lucas: “Los pastores se volvieron dando gloria y alabanza a Dios por lo que habían visto y oído; todo como les habían dicho”. ¿Qué han visto y oído? Oído, nada. Visto, un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.
                Las casas populares de la época tenían a menudo una habitación amplia, en la que se guardaban los animales por la noche, y otra en la que dormía la familia. Cuando la casa tenía dos plantas, en la de abajo quedaban los animales y en la de arriba las personas. La posada de la que habla Lucas debía ser algo parecido. Y el evangelista sugiere que María, por ser pobre, tuvo que dar a luz junto a los animales y acostar a su hijo en un pesebre. La escena no difiere mucho de las que observamos a menudo en televisión a propósito de familias migrantes. A todos nos inspiran compasión, todos pensamos: “No hay derecho a que esta pobre gente padezca esta situación inhumana”. Sin embargo, la reacción de los pastores es muy distinta: se vuelven dando gloria y alabanza a Dios por lo que han visto y oído. ¿Son tontos los pastores? ¿Son insensibles ante las necesidades ajenas?
                En la obra de Lucas (Evangelio y Hechos de los apóstoles) los pastores son los primeros misioneros. Adviértase la curiosa frase: “Todos los que lo oían se admiraban de lo que decían los pastores”, sugiriendo que tenían un auditorio mucho más amplio que el de José y María. Y estos misioneros anuncian, como los ángeles, una inmensa alegría, pero en medio de la mayor debilidad y pobreza. Algo muy difícil de entender y de creer. Por eso, Lucas nos propone también el ejemplo de María, que “conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón”.

                 

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